Punto límite a los consejeros
Parece que los bebés llegan al mundo con una troupe de consejeros gratuitos (Que no solicitamos en ninguna bolsa de trabajo o de 0800-DECIMEQUEHACER) que dedican el tiempo que a veces no tienen a hacer docencia con cierto grado de ironía e hinchapelotez.
Comúnmente, las abuelas lideran el puesto número uno con comentarios como el de la leche finamente gasificada y otros tales como: ¿te lavaste las manos?, si no le pones talquito se te va a paspar…, tiene los pies fríos, tiene las manos calientes, no es muy pronto para que lo saques…?, ¿Y en colectivo vas a viajar?, ¿para qué le cambias el pañal si no hizo caca? O ¿No hace mucho que lo tiene puesto? etc, etc. Comentarios que, no siempre por su contenido, sino por su frecuencia y falta de dar lugar a la propia experiencia, a una sencillamente le colman la paciencia -ahora que ésta está 100% dedicada al niño.
Esta troupe la pueden integrar, además: otros familiares (cuanto más viejos, peor), vecinos (cuanto más familia Ingals peor), algunos amigos y viejas que se paran en la calle a mirar (aunque una no acuse recibo y las mire con cara de ¿Y a usted quien la conoce?)…
Pero que el pintor llegue a laburar a casa y arroje un “No estará llorando porque lo tenés muy sentadito?”
NO WAY: “Calláte y seguí lijando”