16,17 – 16, 17 – 16, 17 …
El 16/11 es el cumpleaños de Oruga, y el 17 es el mío (¿o era al revés?) Es la pregunta que, entrado noviembre cada año, empiezan a hacer los amigos. Cuestión que el viernes, el medico había recibido un estudio de laboratorio mío donde unos valores en sangre daban mal y empeoraban respecto al análisis anterior; habíamos acordado que nos llamaba durante el día para coordinar una inducción o cesárea para el lunes (19) siguiente. Habíamos tenido un excelente embarazo y, si bien estaba todo dado para llegar a un parto normal, en la semana 38 apareció este indicio de algo llamado colestasis que cambió todos nuestros planes.
En definitiva, era viernes y tenía hasta el lunes para hacerme a la idea de que Juan viniera por la vía alternativa, lo importante era que el bebé estuviera bien. Así que, prontas a irnos a almorzar a algún bodegón del barrio para festejar algún cumpleaños, nos llamó la partera y dijo: - Bueno, ¿quieren ir viniendo para la clínica? ¿Comiste algo?
Como es habitual en mi, empecé a girar en círculos sin saber que hacer. Había que terminar el bolso, bañarme, disponer de las mascotas del hogar, procurar transporte, y lo único que podía pensar era que íbamos a conocer a Juan. Oruga, por su lado, empezó a sacar ropa del placard, sin saber qué buscaba. Superado el momento, partimos a la clínica en el tortamovil con el síndrome del bolso vacacional: “seguro que me olvidé la mitad de las cosas”
Nunca llegamos a almorzar para festejar nuestros cumpleaños pero a la tarde llegó el mejor de los regalos que pudiéramos esperar. El 16-11 a las 19:10 hs., nació el Sr. Juan: un aporte más a la confusión general de quien cumple cuándo.
En definitiva, era viernes y tenía hasta el lunes para hacerme a la idea de que Juan viniera por la vía alternativa, lo importante era que el bebé estuviera bien. Así que, prontas a irnos a almorzar a algún bodegón del barrio para festejar algún cumpleaños, nos llamó la partera y dijo: - Bueno, ¿quieren ir viniendo para la clínica? ¿Comiste algo?
Como es habitual en mi, empecé a girar en círculos sin saber que hacer. Había que terminar el bolso, bañarme, disponer de las mascotas del hogar, procurar transporte, y lo único que podía pensar era que íbamos a conocer a Juan. Oruga, por su lado, empezó a sacar ropa del placard, sin saber qué buscaba. Superado el momento, partimos a la clínica en el tortamovil con el síndrome del bolso vacacional: “seguro que me olvidé la mitad de las cosas”
Nunca llegamos a almorzar para festejar nuestros cumpleaños pero a la tarde llegó el mejor de los regalos que pudiéramos esperar. El 16-11 a las 19:10 hs., nació el Sr. Juan: un aporte más a la confusión general de quien cumple cuándo.