Se trataba de dejar de lado el impulso – con lo que cuesta a toda escorpiana-, de bajar un cambio, analizar el terreno, ver a futuro y (por qué no decirlo) de correr un poco el orgullo del primer plano, la calentura de las miradas absolutistas, las ganas de hacer justicia!!!. Se trataba, en definitiva, de ser algo estratégicas. Así que llamamos a la partera, luego de aquel episodio y, lejos de enviarla a juntar fruta, elegimos un camino alternativo.
“El curso no lo vamos a hacer. Venite un día a casa, tomamos unos mates y nos das toda la información NECESARIA para que Juan llegue al mundo”. Que creemos que las cosas pueden ser sencillas, si. Que creemos que tenemos a veces tanta información que estorba, sí. Que creemos que mejor que anticipar es vivir la propia experiencia, si. Que elegimos, una vez más.
Así que lo que era un curso de nueve clases hoy fue una charla práctica de hora y media. Tenemos la famosa listita para el bolso y los trámites, las indicaciones a seguir cuando empiecen las contracciones y estamos ampliamente orgullosas de haber procesado una situación con el pulgar hacia arriba. Y sobre el resto… ya lo decía la abuela de Guza:
“A echar a andar el carro que los melones se acomodan solos”.